martes, 20 de diciembre de 2011

Los orígenes del conflicto mapuche: Ocupación y reducción territorial

La República de Chile invadió de forma efectiva a la Nación Mapuche (Wallmapu) en los años 1881-1883, único pueblo originario en América Latina reconocido como Nación en 1641 por la Corona Española, misma categoría que posteriormente es ratificada por Chile en 1825 con el Parlamento de Tipihue. La demanda que moviliza los nuevos ciclos reivindicativos, reside en la recuperación de las tierras ancestrales que se ubican desde el sur del Río Biobío en la Octava Región, hasta el Seno de Reloncaví en la Región de los Lagos, y su consecuente autonomía política.

Egaña dictó las primeras leyes acerca de los indígenas en la nueva República de Chile, en el año 13 del siglo XIX. Son leyes que pudiéramos denominar liberales, ya que orientaban a “liberar a los indígenas de la condición oprobiosa a que los habían sometido la Corona”, como rezaba, más o menos, el preámbulo de la ley. El sistema liberal que ha adoptado Chile no puede permitir que los indígenas, esa porción preciosa de nuestra especie, continúen en tal estado de abatimiento. Por lo tanto, declaro que para lo sucesivo deben ser llamados ciudadanos chilenos y libres como los demás habitantes del Estado.

En 1819 Bernardo O´Higgins dictó un decreto declarando la igualdad de los indígenas con el resto de la población. Los indígenas debían ser llamados “ciudadanos chilenos, y libres como los demás habitantes, del Estado concurriendo por sí mismos a la celebración de toda clase de contratos…”. Dicha igualdad legal tuvo como consecuencia que todas las tierras que les pertenecían fueron compradas, o tan sólo apropiadas, por los fundos y haciendas que los rodeaban.

La frontera se mantuvo en el periodo posterior a la Independencia. Un ejército fronterizo heredero del tiempo colonial pagado por el Real Situado de la Corona y luego por el presupuesto nacional de la República, cruzaba todos los veranos el río Bío-Bío, y se adentrara en el territorio mapuche para quemar sementeras y ranchos, a estas incursiones se les llamaba «campeadas».

A la mitad del siglo XIX se mandó a realizar un censo de población y se estimó que sólo vivían treinta mil personas en toda la Araucanía, territorio comprendido desde el río Bío-Bío hasta Valdivia. A lo largo de este siglo se preocuparon por implementar la ocupación de la región de la Araucanía, en los años cincuenta del diecinueve llegaron los primeros colonos alemanes a Valdivia, Puerto Octay y Puerto Montt. Al poblarse de alemanes la zona austral, la suerte de los mapuches quedó sellada. Se encontraron entre dos fuegos expansivos. Por el norte era la Republica de Chile agrícola y hacendal que requería más tierras de labranza. Por el sur la colonia alemana exitosa, industrial, modelo de lo que debían ser esas tierras maravillosas.

Entre el año 66 y 80 hubo avances y retrocesos, pero en buena medida los mapuches lograron mantener su territorio. Fueron quince años de guerras, destrucción de casas, robo de ganados, incendios de sementeras, por parte del Ejército de Chile. En el año 1866 se dictaron las primeras leyes de ocupación. Cornelio Saavedra, coronel primero y luego general, fue el verdadero pensador y ejecutor del avance del territorio chileno hacia el sur. Las tierras fueron declaradas fiscales para evitar que los aventureros y especuladores se apropiaran de todos los recursos y no dejaran espacio para la inmigración extranjera.

Durante 1880, el Estado chileno se abocó a ocupar militarmente la zona e integrarla a la economía nacional. Entre 1881 y 1883 una expedición militar –compuesta por más de 2.000 hombres de infantería, caballería, y artillería, con los más modernos pertrechos (recientemente usados en la Guerra del Pacífico) –se fue abriendo paso hacia el sur, estableciendo una serie de fuertes, que constituyeron una línea de avanzada en el territorio. Estos fuertes fueron la base de las actuales ciudades de Victoria, Collipulli, Lautaro y Temuco. La población mapuche fue desplazada hacia la cordillera o reagrupadas en tierras de menor valor agropecuario. Paralelamente el establecimiento de las reducciones, se intensificó la venta, arriendo y remate de las tierras indígenas a comerciantes y militares asentados en la frontera, y a colonos españoles, suizos, franceses y alemanes.

En 1866 se promulgó la Ley de ocupación, que dio un gran impulso al despojo de las tierras mapuches, que fueron declaradas propiedad fiscal para poder enajenarlas o entregarlas en concesión, impidiendo así las transacciones entre mapuches y particulares. Luego se creó la comisión Radicadora de Indígenas (1883), que dio inicio al proceso reubicación de la población mapuche en reducciones, que se prolongó hasta 1929.

La ley de 1866 y las leyes posteriores establecían que a los indígenas se les daría un título gratuito sobre las tierras que poseían llamado título de merced. La entrega de títulos de merced significó la liquidación de los espacios jurisdiccionales de los mapuches y la reducción de las propiedades a las tierras de labranza alrededor de las casas que con anterioridad habían tenido.

Los mapuches fueron confinados en cerca de 3.000 reducciones de 500 mil hectáreas de un territorio original estimado en 10 millones de hectáreas, siendo las tierras restantes destinadas por el Estado a la colonización extranjera o a la conformación, del latifundio a través de su remate en subasta pública.

A contar de 1920, el Estado promovió la división de las tierras mapuches en hijuelas individuales, así como su posterior enajenación a no indígenas. Leyes especiales fueron dictadas en 1927, 1930, 1931 y 1961 para estos efectos. Entre 1931 y 1971 se dividieron 832 reducciones mapuches, dando origen al parcelamiento de las tierras en hijuelas de propiedad individual.

Referencias:

Bengoa, J. (2007). Historia de un conflicto. Santiago: Planeta

Lira, R. H., Harambour Ross, A. y Reyes del Villar, S. (2007). Historia de Chile, proyecto Manual esencial Santillana. Santiago: Santillana

Vera, R., Aylwin, J., Coñuecar, A. y Chichauailaf, E. (no especificado) El despertar del pueblo mapuche. Santiago: LOM

martes, 13 de diciembre de 2011

Perspectiva de la Universidad San Sebastián sobre la educación superior chilena


La presente publicación tiene por motivo presentar la opinión que expone la Empresa San Sebastián sobre el tema de la educación superior en Chile, a través de sus medios de comunicación y de su máximo representante institucional.

Necesidad de mismos beneficios económicos
para estudiantes de universidades privadas y tradicionales  

En la segunda edición del mes de noviembre 2011, de la Revista promocional de la Universidad San Sebastián se defiende el aporte fiscal indirecto a universidades privadas mediante el sistema de becas. Se sostiene que el sistema de acceso a la ecuación pública superior discrimina a los postulantes de universidades privadas al negarles los beneficios económicos que gozan quienes se incorporan a las universidades pertenecientes al CRUCH.  

Universidades privadas mejoran la oportunidad de acceso a la educación superior

En la revista también se promueve un sistema de educación de iniciativa privada, cuyo valor reside en ampliar el acceso a la educación terciaria para todos los sectores de la sociedad. También denuncia que el sistema de educación superior antiguo, previo al surgimiento de las universidades privadas, era elitista debido a que privilegiaba el acceso de los hijos de las familias más acomodadas, debido a que la limitación de sus cupos reducía la cobertura de la educación superior.   

De la misma manera, Ricardo Riesco, Rector de la Universidad San Sebastián comenta en un artículo de “El Mercurio” en sus ediciones especiales online, que la contribución de las entidades educativas privadas como la Universidad San Sebastián estriba principalmente en la igualdad y movilidad social.

Cifras que respaldan la mayor cobertura

En cuanto a movilidad social se indica que “Hoy, el 70% de los estudiantes universitarios chilenos son la primera generación de sus hogares que logran entrar a la universidad”.

Así mismo en 2011, las universidades cuentan con 590 mil estudiantes. De ellos, 266 mil (45%) estaban en las instituciones del CRUCH, y 324 mil (54,9%) en universidades privadas.

Actualmente, la cobertura del sistema universitario es del 30% entre jóvenes de 18 y 23 años, en comparación al 7,5% que existía en 1990; es decir aumentó cuatro veces.
  
La educación superior no está en crisis

En una entrevista hecha por universia en 2010, el rector de la USS señala que la educación chilena “está viviendo un momento muy promisorio, y en sintonía con los rasgos del mundo contemporáneo”. Ricardo Riesco estima que dicho panorama se debe a la mayor cobertura universitaria, ya que las universidades privadas ofrecen 80 mil vacantes en contraposición a las 60 mil que ofrecen las tradicionales.

Por otro lado valora la capacidad de las instituciones privadas para sacar adelante a estudiantes de los sectores más desprotegidos de la sociedad.  

Finalmente el rector indica que “Está muy bien estructurado el sistema de ecuación superior chileno por la proporción de su población joven que está ingresando al sistema de educación superior y concretamente a la universitaria”